Si juntamos música, cuentos y niños tenemos una actividad que los más pequeños de la casa sabrán agradecer.

El pasado martes 17 de febrero niños de varios centros escolares disfrutaron en el Palau de la Música de Valencia de una de esas actividades: la audición de "HISTORIAS DE UNA GALLINA".

En la sala Maestro Rodrigo se deban cita cuatro colegios en cada sesión. ¿Qué tenía de particular? Sus personajes. El cuento se desarrolla en una granja y el perro, la gata y la gallina nos enseñan lo importante que es colaborar entre todos a la hora de trabajar; los que realmente trabajan en esta historia son Serafina y sus polluelos, éstos estaban representados por niños de las escuelas asistentes, lo que hacía más divertida la escena.

La música interpretada entre varios instrumentos (piano, flauta, violín, trompa y trombón) se ajusta perfectamente al desarrollo de la historia en la que hay intercaladas varias canciones, en las cuales los niños participan.

Una mañana entretenida, divertida y que se salía de la monotonía escolar.

Mucho, mucho frío es lo que hacía; pero el tiempo gris y amenazado lluvia no nos impidió a los alumnos de 1er ciclo del Colegio Tomás de Montañana, y respectivos profes, hacer nuestra pequeña excursión al Jardín Botánico de Valencia.

El autobús nos dejó en la puerta y, tras un rápido almuerzo, un par de monitores nos llevó a visitar los rincones más curiosos: el roble más antiguo (213 años), el árbol inclinado que busca el sol, el desértico roquedal de los cactús y las crasas, el invernadero de las plantas carnívoras, el humedal de las tropicales con las hojas más grandes que habían visto nunca...

Tras el paseo entramos en los talleres de papel reciclado, ya nos habían contado la historia del papel, los niños sabían que los chinos lo inventaron, lo que no sabían es que éstos se habían fijado en como las avispas construían su nido para hacerlo.

En el taller los niños y las niñas trabajaron por partes: unos cortando el papel viejo para hacer la masa, otros mezclándolo con agua..., así luego, uno a uno, colocaba la pasta sobre la rejilla y la dejaba secar para conseguir un trozo de papel nuevo donde dibujar o escribir.

Nos fuimos muy contentos con hojas y flores secas, trozos de papel reciclado y, viendo caer pequeños copos de nieve que no llegaron a cuajar.