Después de dos meses y medio y aunque la desescalada tras la cuarentena ya había empezado semanas atrás, en mi casa, mi familia y yo, seguíamos en fase 0. Toda precaución es poca y mi marido es paciente de riesgo, así que hasta que él no se animó a quedar con los amigos, yo decidí no arriesgarme.

La oportunidad me la dieron Bombas Gens cuando decidieron abrir al público el fin de semana antes de pasar a fase 2. Tenía toda la tarde para mí y la aproveché. Aunque para ir a la Fundación cogí el autobús, el regreso lo hice paseando, por fin, por el barrio del Carmen y sus calles que tanto me gustan. Al cruzar por la Plaza del Ayuntamiento pude corroborar aquello que tanta gente decía de su pre-reforma: la nueva estética no es fea, es IN-FU-MA-BLE! Qué diferencia pasar de la Plaza del Mercado y encontrarte con esa grotesca manera de separar la zona peatonal de la del tráfico rodado. En fin, veremos en qué queda.

Por suerte, momentos antes, pude relajar mis cinco sentidos con mi paseo por el centro de arte. Las exposiciones "Infraleve" de Inma Femenia, "Hiperespacios" y "Botánicas" son dignas de ver.

Rompedora y sorprendente , la obra de Femenia es una apertura al juego de la luz y el color con soportes y materiales diferentes; simulando como en un parque de atracciones que alimenta la imaginación, que todo lo que vemos se puede interpretar de mil formas.

El paso por "Botánicas" es como atravesar un jardín estático, evocando el pasado y el presente del estudio de la naturaleza, y de cómo el color ha influido en nuestras vidas, nuestras sensaciones, nuestra percepción de la moda. Impresionantes los herbarios ilustrados del siglo XVIII.

Me llamó mucho la atención el "Hiperespacio" trayéndome a la memoria el terrazo del suelo de la cas de mis abuelos en el pueblo; los juegos entre colores, blanco y negro, y figuras geométricas que practiqué en la universidad; y el fatal final de algunos muros que hay quien quiere derribar y hay quien prefiere mantener todos los recuerdos que personas anónimas dejaron escritos.

 Y para terminar, unos minutos de paz, entre murmullos del agua y el zumbido de alguna abeja, las sombras y los rayos de sol que juegan entre las hojas de los árboles.