Publicado en 8 Abril 2015
No puedo evitar referirme a cómo se puede disfrutar como un auténtico enano tengas la edad que tengas. Y lo único que se necesita es estar rodeado por la chiquillería que con su alegría y ganas de diversión te contagian.
Reconozco, casi me confieso, que a veces parezco más niña que mis alumnos, a los cuales sorprendo con mis bailes, mis chistes y mis ocurrencias; pero seguro que no se esperaban que la cuarentona de su profe se dedicara a empinar el cachirulo, saltar a la comba o hiciera de locomotora de un tren muy especial.
La oportunidad se presenta con la llegada de la primavera, que sí, que parece que nos altera, a unos más que a otros. En nuestra escuela, por descontado, saben como divertir a un niño saliendose de la rutina. Y que mejor lugar que el antiguo cauce del río Turia, donde el pasado miércoles nos juntamos con otros tres centros escolares para cantar canciones pascueras, comer la mona y torrijas (que trajo la madre de un alumno), jugar al pañuelo y hacer el cabra un rato. Para mí, en dos palabras: MOMENTOS DE PLACER.